Bernardo se siente completamente ignorado por sus padres… incluso cuando un monstruo decide comérselo de un bocado. Ahora no, Bernardo (Not Now, Bernard), del célebre autor inglés David McKee, es un libro álbum de 1980 que ha trascendido las barreras del tiempo y las edades y que aún sigue atrapando lectores por su carga de humor, sus cálidas ilustraciones y el sentido extravagante de la historia. Se trata de una obra que contiene interesantes claves para entender cómo se construye un territorio simbólico que permite explorar complejas emociones en el universo infantil.
A pesar de que en su primera publicación el libro fue rechazado en algunas librerías por la imagen que da de unos padres displicentes que ignoran abiertamente a su hijo, esta historia caló inmediatamente en muchos lectores que vieron en ella una crítica al poder de los adultos y una divertida manera de utilizar recursos como la transformación y la ironía. El vínculo entre textos e ilustraciones permite un ensamblaje perfecto para que el lector pueda construir muchos significados a partir de indicios que están en los cuadros y entender el cambio de perspectiva que se da con la sustitución de Bernardo por un monstruo de mal genio.
Los padres, que ni siquiera miran a Bernardo a los ojos durante toda la historia y encarnan al adulto incapaz de establecer un canal de comunicación con un niño, se encuentran tan inmersos en su mundo que pierden la capacidad de sorprenderse o darse cuenta de los cambios significativos que ocurren a su alrededor. De algún modo, las personas mayores representan el individualismo, la alienación y la pérdida de sintonía. En ese sentido, se abre una grieta entre el mundo de los adultos y el de los niños: mientras los padres permanecen inmutables, Bernardo experimenta una metamorfosis y se desahoga por la vía de lo imaginario.
Ahora no, Bernardo es un libro excepcional y elocuente: atrapa porque logra desarrollar una potente historia con recursos inteligentes y sencillos. Nos traslada a un escenario de ficción tan cautivante que los lectores de distintas edades lo sentimos como propio y lo extiende al territorio perdurable de las emociones adonde todos inevitablemente volvemos muchas veces a lo largo de nuestras vidas.